Y entonces se dio cuenta de que no era buen conversador, las palabras le faltaban, el nerviosismo aumentaba, se empezaba a preocupar que podrían pensar de él, no podía hacer una intervención y motivar a que saliera a la plática un tema agradable que fluyera facilmente.
Disfruta las buenas conversaciones, esas que pasan de un tema a otro con tal sencillez que el tiempo transcurre sin que pueda darse cuenta, también disfruta el silencio y esa conversación con su mente, esa es aún menos elocuente, salta de un tema a otro peor que zapping...
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