Sus piernas se flexionan una y otra vez, manteniendo un rebote al ritmo de la música, aunque parezca que no la entiendan, sus cuerpos demuestran lo contrario, la sienten y lo manifiestan.
Al principio los movimientos son lentos, quizá pensados, poco a poco toman velocidad y la cara de preocupación inicial se distorsiona pintando apenas una mueca parecida a una sonrisa de alegría. Pierden control de su cuerpo y cobran vida las extremidades, las manos empiezan a girar, los deditos se mueven sin cesar, la cabeza no se puede quedar atrás y también se empieza a tambalear, movimientos que comunican un no, que se pueden traducir a un si, me estoy divirtiendo y me gusta hacerlo.
La pena ha desaparecido, quizá nunca la hubo, dominan la pista, conquistan las miradas, despiertan sonrisas y sueltan carcajadas. Al verlos muchos sentimos envidia o nos sentimos avergonzados, de ver con que naturalidad se mueven y disfrutan esa miel en sus oídos que los hace dominar ese tiempo y espacio.
1 comentario:
jejejejejeje pero sabes que he observado eso en mi nieto? y tambien en el hijo de mi prima? tengo que decirte que tu descripcion de la manera de moverse de los ninos es perfecta! :-)
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