lunes, 16 de agosto de 2010

Cuando el fuego te quemó...

Y así se construyó ese lazo afectivo, con aroma a rosa venus y aromatizante de limon. Sin pensarlo, sin buscarlo, todo se entendía en la intimidad, no eran necesarias las palabras que con sus miradas podian hablar. No habia llanto de por medio, ni carcajas al final. Eran luces neones o focos que se encendían y apagaban como centro de reunion nocturna, pero adaptado a una habitación. Paredes de piedra refugiaban los sonidos, impidiéndoles salir. Los espejos grandes intimidaban, aunque a la vez agradaban, figuras deformadas, incompletes, mutiladas, reflejadas por secciones que dejaban algo a la imaginación, no era necesario verlo todo, cuando se podía deducir. En esos momentos no importaba el peso, sólo la satisfacción. Rompia esquemas, desnudaba otra realidad, deshinibia su figura, empendría su libertad. Así constuyó una etapa de su vida sin experimentos atrás. Con poca luz o en la oscuridad, solo intentaba huir, sintiendo el mundo de cabeza, con sensaciones difíciles de describir, insólito, diferente, desconocido, confiada en la seguridad que proporcionaba cada una de sus expresiones de afecto que le permitieron volar...

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